Ningún periodista serio le molestará lo que diremos a continuación; los chantajistas se pondrán furiosos.
Por Robert Vargas
Cuando fui a la universidad a estudiar periodismo, nunca pensé que tendría que hacer las recomendaciones que van a continuación y que espero sean útiles a potenciales candidatos a ser entrevistados por «periodistas».
Es lamentable tener que admitirlo, pero en el ejercicio del periodismo actual coexisten periodistas y «periodistas».
Los primeros, sin comillas, se esfuerzan en buscar la verdad hasta debajo de las piedras para aportar a la formación de una sociedad habitable de conformidad con ciertas normas que se rigen por las leyes y la constitución de la República.
Los segundos, con comillas, se distancia del periodismo verdadero, pero se colocan bajo su paragua para hacer encerronas, quién sabe con cuales intenciones.
Los primeros arriesgan su vida en busca de la verdad; los segundos alardean de que se arriesgan, pero sólo lo hacen en busca de beneficios que nada tienen que ver con el periodismo verdadero, aunque a su favor tengan cajas de resonancias que amplifiquen sus falsedades o medias verdades.
Los últimos, los llamados «periodistas», acompañados de un ejército de comunicadores e «influencers», se atreven a agredir y destruir a quien sea, no por principios, sino a cambio de algunos beneficios particulares.
Ciertos «periodistas», «comunicadores» e «influencers» se comportan como si fueran mercenarios que se venden al mejor postor sin importarle las consecuencias de sus actos.
Recuerdo que no hace mucho tiempo, un funcionario accedió a conceder una entrevista a una periodista y, de repente, en medio de la grabación, ella le exigió que le presentara cierto documento, que el individuo no tenía a mano.
Más recientemente, otra periodista, actuando como si fuera un fiscal en un interrogatorio, le exigió a otro funcionario la presentación de cierto documento, que éste tampoco tenía a mano.
La insolencia, arrogancia y petulancia de la periodista fue tan grande que hasta llegó a amenazar con un:
-«Hasta que eso no aparezca yo no me muevo de aquí».
Las víctimas en esos dos casos son de partidos distintos y las periodistas, también son diferentes, pero actuaron con el mismo método: interrogaron a sus «víctimas» y luego, de esos interrogatorios que se extendieron hasta por dos horas y más, solo publicaron unos trozos cuidadosamente editados y, en ocasiones, sacados de contexto.
Ante esa situación, después de publicadas las «entrevistas», a las víctimas sólo les quedó el recurso de «aclarar», pero pocos les creen y ya el daño estará hecho. Ya el agua estaba derramada y sería imposible recogerla toda.
Aquí mis observaciones a las potenciales víctimas de los «periodistas»
1.- Nadie está obligado a conceder entrevistas o someterse a interrogatorios. Estos últimos sólo son aplicables ante las autoridades competentes y siguiendo el procedimiento establecido por las leyes.
2.- Si Usted decide someterse a los interrogatorios, que no entrevistas, de ciertos «periodistas», entonces le sugiero adoptar algunas disposiciones para que se cuide en salud, vista la experiencia de que dos horas de «entrevistas» son editadas de forma tal que sólo publican cinco minutos. Entre esas medidas de precaución le sugiero que:
- a) Requiera del «interrogador» («periodista») que le explique cuáles temas serán tratados.
- b) Si durante la entrevista le solicitarán algún documento, el «interrogador» debe comunicárselo a Usted antes del momento de la entrevista de forma que Usted pueda llevarlo y tenerlo a disposición. (Así se evita que le pidan un documento que no tiene a mano).
- c) Exija que se le permita tener en el lugar del interrogatorio un número de cámaras de vídeo similar a las que usará el interrogador.
- d) Grabe Usted con sus propias cámaras todo lo que se diga y ocurra en el escenario. Así Usted siempre tendrá cómo defenderse en caso de que la edición resulte en una estafa para quien vea el documento audiovisual.
- f) Exija, si fuera por escrito mejor, que el «interrogador», cuando publique su trabajo editado, al mismo tiempo publique en las redes sociales (YouTube, por ejemplo) la entrevista completa sin edición. Sin restarle ni un sólo segundo. Así, quien vea el trabajo editado siempre podrá compararlo con el vídeo «en bruto».
- g) Si le refieren un tema personal, que nada tiene que ver con sus funciones, suspenda ahí mismo el interrogatorio; deje que su cámara siga grabando y haga constar en ese mismo momento y lugar por cuáles motivos decidió dar por terminada la «entrevista».
- h) Y, por si acaso, tenga junto a su lado a un buen abogado; puesto que, después de todo, Usted no está ante un entrevistador, sino ante un pelotón de fusilamiento en el que se pretende acabar con un solo disparo todo el edificio que usted construyó.
Esto que les sugiero es solo aplicable a las entrevistas (interrogatorios) que serán editados antes de publicarlos.
Si la entrevista es en directo, no creo que sea necesario hacer todo lo que le dije líneas arriba.
Por último, desde mi punto de vista, creo que es necesario que los candidatos a ser «interrogados» adopten algunas medidas de precaución puesto que, para algunas personas es bastante fácil destruir bajo el ropaje de «periodista» lo que tantos años ha costado construir.
Ciudad Oriental
En Ciudadoriental.com tenemos por costumbre publicar de forma íntegra las entrevistas que hacemos. De hecho, antes de iniciar las entrevistas les decimos a los entrevistados que nosotros no editamos y que, por tanto, serán responsables de lo que digan o dejen de decir.
Es claro que estas recomendaciones no les agradarán a algunos «periodistas», pero es posible que ayuden a mejorar el trabajo de los periodistas de verdad, no de aquellos que se esconden detrás del título para cometer cualquier tipo de fechoría.
Si después de leer lo que le explicamos líneas arribas, Usted se somete a un «interrogatorio» por un «periodista» sin tomar las precauciones que correspondan, entonces, no se queje.
Lamentablemente, el periodismo ha sido tergiversado y no es lo que era antes. Tampoco es lo que parece.