Oscar López Reyes
Ahora como nunca antes, el Estado ha abierto sus brazos, cual ángel de la guarda, a más de mil periodistas y a otros mil del área de la comunicación social, que son incentivados por su protector programa de profesionalización -que avasalla a los de los medios tradicionales-; los salarios más competitivos del mercado y otros beneficios marginales, y les asegura una pensión para su vejez. Faenan libres de presiones políticas, hasta el extremo de que uno o que otros encargados se desconectan de los lineamientos del gobierno central.
Por la expansión que ha experimentado el Estado y el empoderamiento de la ciudadanía, que demanda superior transparencia, libre acceso a la información oficial, rendición de cuentas y la visibilizacion de los actos de gobernanza, han sido robustecidas las estructuras de comunicación en las instituciones públicas, que suman 333.
Cupo al Banco Agrícola la gloria de instalar, en 1961, a raíz del descabezamiento de la tiranía trujillista, el primer departamento de relaciones públicas en una corporación estatal, dirigido por el redactor Carlos Curiel, a quien en 1995 este servidor tuvo el honor de entrevistar. Había laborado, desde 1945, para los rotativos La Nación y El Caribe, hasta 1985.
Diecisiete años después…“Es a partir de 1978”, reseñamos en nuestro libro sobre esta ciencia y arte, “con el ascenso al gobierno del Partido Revolucionario Dominicano, cuando las relaciones públicas empiezan a tener auge: casi todas las dependencias oficiales contratan los servicios de relacionistas públicos, especialmente periodistas” (1).
Desde el citado año, el número de periodistas que honradamente ofrecen sus servicios profesionales al Estado ha venido en ascenso. En 2022, junto a ellos laboran gestores de redes sociales (unos 150), encargados de eventos y guías de protocolos (150), fotógrafos (250), camarógrafos (100), diseñadores gráficos (200), secretarias (200), recepcionistas (200), maestros de ceremonias, sonidistas y otros técnicos, para un estimado total de otros mil, que cumplen un horario de ocho horas diarias, entre lunes y viernes.
Ejerciendo una función emergente e ineludible, los antiguos gacetilleros y sus soportes técnicos y artísticos se realzan, conforme el Sistema de Monitoreo de la Administración Pública (Sismap) del Ministerio de Administración Pública, en el Poder Legislativo (dos cámaras), el Poder Judicial (6 instancias), los órganos constitucionales extrapoder (6 esferas), 25 ministerios, 138 direcciones generales u organismos desconcentrados, 94 cuerpos descentralizados, y 38 consejos, comisiones y comités.
Los órganos y representativos de los gobiernos locales también han sentido la imperiosa necesidad de difundir la información y la educación, para un mayorazgo en la credibilidad, aceptabilidad y reconocimiento colectivo. Y, por esa imprescindibilidad, un segmento de las gobernaciones provinciales, 158 ayuntamientos, 235 distritos municipales, senadores, diputados y direcciones regionales de los más gigantescos ministerios emplean a más de 100 corresponsales/comentaristas.
Además de las ocupaciones citadas, la administración pública entreabre sus ventanas, lentamente, a reporteros/articulistas con especialidades en áreas conexas, como oficial de libre acceso a la información, analista de planificación, documentación, calidad de gestión, cooperación y desarrollo organizacional; evaluación de planes, programas y proyectos; en equidad de género y otros puestos.
¿Cuáles son los salarios gubernamentales en comunicación social?
Un encargado devenga, como promedio, 160 mil pesos mensuales. Un periodista 50 mil, gestor de redes sociales 45 mil, fotógrafo y camarógrafo 35 mil, diseñador gráfico 45 mil y un encargado de eventos/protocolo 70 mil pesos.
¿Qué informador/cronista gana 160 mil pesos en un periódico, canal televisivo, estación radial o digital?
Sólo algunos ejecutivos.
¿Pagan esas sumas las multinacionales, cadenas hoteleras, concesionarios, clubes y franquicias deportivas, asociaciones empresariales y gremiales, o fundaciones y ongs? Jamás.
¿Cuáles son los requerimientos para ocupar los mencionados puestos estatales?
Efectuar estudios universitarios. ¡Bien!
La gestión y el monitoreo comunicacional no han sido una simple gesticulación. El flujo de datos y enchufe en plataformas heterogéneas ha sido proactivo y ha contribuido a derribar discrecionalidades y articular campañas puntuales, como la prevención del Covid-19, la chicunguya, el sida y otros temas de alta prioridad nacional.
Vayamos ahora a la irreemplazable política. ¡Sopla…!, pero con una pila de cuidados, como un cirio sensible, que provoca ronqueras.
¿Son del Partido Revolucionario Moderno (PRM) los aludidos y actuales colaboradores comunicacionales gubernativos?
Vamos a dividirlos en cuatro franjas, y colocarles, por estimación, un porcentaje de pertenencia: a) sin bandería: 35%, b) de la oposición: 25%, c) simpatizantes del PRM: 25%, y d) militantes del PRM: 15%, como mucho.
Estas indicaciones significan que el 75% de los redactores mediáticos está conteste con el gobierno, y que el 25% navega discretamente en contra, en virtud de su condicionamiento laboral y está compelido a hacer mutis. Escasos osados o fanatizados pudieran apelar -con falsas identidades- a las redes sociales y medios digitales, o colaborar reservadamente con su partido y favorecerle con su voto en las próximas elecciones.
¿Con quiénes contará el presidente Abinader en circunstancias adversas?
La Red de Comunicadores con Leonel aglutinaba a más de mil, según sus decires. Desde que éste salió del poder, se aplicó el adagio “se rompió la taza, casa uno para su casa”. No pasan cerca de su partido, y menos de su casa, porque no saben dónde vive. A Hipólito Mejía y Danilo Medina -quien parece que tiene una enfermedad altamente contagiosa, ya que pocos se le arriman- le pasó lo mismo.
Sería penoso que a Abinader – moldeado en la rectitud de su corazón limpio y puro- le suministren similar medicina, en el tinaco del mercurialismo de chaqueteros/seductores, hábiles turnándose para pulular un día con la divinidad y al otro día con Lucifel.
¿Cuántos miembros de la prensa han sido fidelizados por Abinader?
Poquísimos, digamos porque la pandemia y el exceso de trabajo no se lo han permitido. De seguro -como dos y dos son cuatro- que cuando se despida del solio presidencial, y más si le sobrevienen vientos huracanados, la inmensa mayoría le bloqueará su WhatsApp y estarán prestos para clavarles la espada. Homologuemos el refrán de que “no te acerques mucho a la luz, porque te quema, pero no te alejes tanto que te oscurezca”.
¿Se conoce bien quiénes fueron los que ayudaron a sacar al PLD del poder?
Aparte de la división de ese partido, una legión de periodistas perremeístas fue clave.
¿Apuesta alguien en favor de los derrotados?
Parece que se está apostando por los derrotados, y alimentándolos con extraviadas autoilusiones e inversiones publicitarias perdedoras, en virtud de que se ha producido una disociación con los medios tradicionales. El grueso de votantes -que son jóvenes- no lee periódicos, sino digitales; no ve televisión sino YouTube, portales, blogs y redes sociales, tampoco oye radio sino Spotiffy. Ha habido una emigración inusitada hacia los digitales.
¿Qué se puede hacer por los que lucharon por el triunfo del PRM y no han sido compensados?
El mando presidencial tiene dos alternativas: 1) designar a 100 en ministerios o direcciones generales, en igual número de instituciones; y 2) como definitivamente el gobierno no está en capacidad de nombrarlos ni complacerlos a todos -calculemos que 200- y una parte no se someterá a lo que define como “ocho horas consecutivas de trabajo no propias para un profesional liberal”, sí puede ayudarlos mercadológicamente a fortalecer proyectos comunicacionales independientes, como aumentar sus audiencias.
¡Caramba!, ¿qué hacen intrusos sin la más mínima formación académica ni experiencia periodística, menos del conocimiento de sus intríngulis, desempeñando una función para la cual no se han preparado, y están haciendo daños?
Desde las gradas observamos que están inconsolables periodistas -numerosos inclusos colocados en instancias oficiales por debajo de advenedizos y discrepantes- que lo dieron todo por su partido y por el presidente Abinader. ¡Ah!, sobran quienes quisieran que ellos ayudaran más al jefe de Estado en estos últimos dos años, y también en su repostulación, si finalmente así lo decidiera. Desde luego, los necesitará…
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El autor es presidente de la Asociación Dominicana de Profesionales de Relaciones Públicas (ASODOPREP).
Citas bibliográficas:
1.- “Relaciones públicas: saber decir. Conceptos y programas para la acción”, Oscar López Reyes, Editora Mediabyte, Santo Domingo, Rep. Dom., 2015, pág. 51.